sábado, 7 de julio de 2012

Un pista confusa

Vamos a iniciar una nueva sección en el blog, en la que publicaremos algunos extractos de artículos de la revista Un Pequeño Deseo. En este caso, volvemos a una nota de Eloísa Oliva publicada en el número 10 (sobre residencias de artistas), en el año 2008.


        La mayoría de las personas que tratamos de sostener la producción de una obra enmarcada en alguna disciplina artística, nos vemos obligados a vivir un tiempo fragmentado, y, sobre todo, a sacrificar el tiempo libre para poder producir, incluso para gestionar. Eso lo sabe todo el mundo. Pero es ahí donde creo en las residencias como el único tiempo/lugar que nos ofrece la posibilidad de una vida “normal”: una parte del día destinada al trabajo, el que sentimos como nuestro verdadero trabajo, y otra parte para el ocio. Un estado ideal de concentración, continuidad y descanso físico. Ligeramente olvidados del mundo exterior, o por lo menos con la posibilidad de estarlo.
       En ese sentido la residencia es -más allá de un espacio de intercambio, y de la posibilidad de viajar sin un sentido únicamente turístico (no excluyo que haya algo de voluntad turística y tampoco me parece censurable)- una combinación justa entre vacaciones y temporada de trabajo.
       Como parte de esta temporada de trabajo, si el artista invitado se lo permite es el ámbito ideal para examinar y confrontar la propia producción, y las ideas sobre las que se articula y descansa toda su perspectiva artística.

[Acá pueden leer la nota completa, que está escrita a partir de la experiencia de Eloísa en RUSA -Residencia de 1 Solo Artista-]


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